¿Por qué hay solamente 66 libros en la Biblia? Porque Dios es el autor supremo de la Biblia e inspiró únicamente estos 66. Toda la Escritura es emitida como un soplo de la boca de Dios (Mateo 4:4; 2 Timoteo 3:16). Lo que escribieron los autores humanos no se originó en ellos mismos, sino que Dios mismo los movió a escribir (2 Samuel 23:2; 1 Pedro 1:20- 21)
Por lo tanto, Él determinó qué libros estarían en la Biblia, y su pueblo simplemente descubrió cuáles eran. Quien les otorgó autoridad fue Dios, no los creyentes.
¿Cómo descubrió el pueblo de Dios que solamente estos 66 libros habían sido inspirados por Él? Porque eran los únicos que exhibían las «huellas digitales» divinas.
Estas «huellas digitales» conllevan características que responden las siguientes preguntas:
(1) ¿Fue el libro escrito por un profeta de Dios como Moisés (Éxodo 4:1-9) o el apóstol Pablo (1 Corintios 9:1)?
¿Cómo descubrió el pueblo de Dios que solamente estos 66 libros habían sido inspirados por Él? Porque eran los únicos que exhibían las «huellas digitales» divinas.
Estas «huellas digitales» conllevan características que responden las siguientes preguntas:
(1) ¿Fue el libro escrito por un profeta de Dios como Moisés (Éxodo 4:1-9) o el apóstol Pablo (1 Corintios 9:1)?
(2) ¿Fue confirmado por acciones divinas (Hebreos 1:1; Hebreos 2:3-4)?
(3) ¿Presentaba la verdad divina que se conoce por medio de otras revelaciones y otros hechos (Deuteronomio 18:20- 22)?
(4) ¿Tenía el poder de Dios para edificar (2 Timoteo 3:16-17; Hebreos 4:12)?
(5) ¿Fue aceptado y recopilado por el pueblo de Dios?
La recopilación de los libros, conocidos como "canon" de las Escrituras, fue llevada a cabo gradualmente, a medida que se escribían.
Cuando Moisés escribió los primeros cinco libros de la Biblia, fueron aceptados de inmediato y colocados en el lugar santísimo (Deuteronomio 31:24-26). El libro de Josué se agregó a la colección cuando murió Josué, el sucesor de Moisés (Josué 24:26). Asimismo, los libros de Samuel (1 Samuel 10:25) y de los profetas se agregaron después de haber sido escritos (Zacarías 7:12). Daniel tenía una colección de los libros de Moisés y los escritos proféticos existentes hasta la época en que él vivió, incluida la profecía de su contemporáneo Jeremías (Daniel 9:2).
Los denominados «Libros Perdidos» del AT, conocidos también como «Libros Apócrifos» (que significa «escondidos» o «dudosos») no están perdidos ni tampoco pertenecen al AT por varias razones:
(1) A diferencia de los libros canónicos, los apócrifos no reclaman de manera explícita ni implícita ser inspirados por Dios. En realidad, algunos incluso niegan ser proféticos (ver 1 Macabeos 9:27; 1 Macabeos 14:31).
(2) Fueron escritos entre el 250 a.c. y el siglo I d.C.; sin embargo, según el judaísmo, el Espíritu de profecía abandonó Israel aproximadamente en el 400 a.c., es decir, antes de esa época.
(2) Fueron escritos entre el 250 a.c. y el siglo I d.C.; sin embargo, según el judaísmo, el Espíritu de profecía abandonó Israel aproximadamente en el 400 a.c., es decir, antes de esa época.
(3) El historiador judío Josefo da los nombres y la cantidad de libros del AT judío auténtico, datos que corresponden exactamente a los 39 que conforman nuestro AT (Contra Apionem 1.8). El judaísmo, de donde surgieron estos libros, nunca los aceptó en su Biblia (el AT).
(4) Ni Jesús ni los apóstoles citaron en el NT ninguno de los libros apócrifos ni indicaron que fueran inspirados.
(5) La mayoría de los Padres de la Iglesia cristiana de los primeros cuatro siglos no aceptaron estos libros como inspirados.
(6) Jerónimo, el gran erudito católico romano (aprox. 420 d.C.) que tradujo la Biblia Vulgata Latina, rechazó enérgicamente los libros apócrifos.
(7) La aceptación de estos libros en el 1546 d.C. por parte de la Iglesia Católica Romana no tiene justificativo, dado que:
(5) La mayoría de los Padres de la Iglesia cristiana de los primeros cuatro siglos no aceptaron estos libros como inspirados.
(6) Jerónimo, el gran erudito católico romano (aprox. 420 d.C.) que tradujo la Biblia Vulgata Latina, rechazó enérgicamente los libros apócrifos.
(7) La aceptación de estos libros en el 1546 d.C. por parte de la Iglesia Católica Romana no tiene justificativo, dado que:
a) no era el grupo apropiado para tomar la decisión (eran cristianos, no judíos)
b) tomaron la decisión en el momento incorrecto (siglo XVI d.C.)
c) estaban motivados por razones erróneas (por ejemplo, respaldar la doctrina de las oraciones por los muertos [ver 2 Macabeos 12:45] para contrarrestar la doctrina bíblica y reformista que enseñaba lo opuesto [Hebreos 9:27])
Los libros del NT también fueron escritos por apóstoles y profetas de Dios (Efesios 2:20) confirmados por acciones divinas (2 Corintios 12:12; Hechos 1:1; Hechos 2:3-4), y esos libros fueron inmediatamente aceptados como parte del creciente canon de las Escrituras. Lucas reconoció que (Lucas 1:1), en la misma época que él, se habían escrito otros Evangelios (probablemente Mateo y Marcos).
En 1 Timoteo 5:18, Pablo citó el Evangelio de Lucas (Lucas 10:7) junto con un pasaje del AT refiriéndose a ellos como «Escritura». El apóstol Pedro habla de las epístolas de Pablo considerándolas parte de la «Escritura» tal como los otros escritos del AT (2 Pedro 3:16). La iglesia del siglo I leía públicamente y hacía circular los libros escritos por los apóstoles y profetas (Col. 4:16. 1 Tesalonicenses 5:27).
Más aun, desde el siglo 1, los Padres de la Iglesia cristiana recopilaron los 27 libros del NT y citaron casi todos los versículos ¡en más de 36.000 referencias! A partir del siglo II, existieron colecciones de estos libros y traducciones a otros idiomas, como el siríaco y el latín antiguo.
Todos los sectores del cristianismo, entre los cuales se incluyen los católicos romanos, los ortodoxos orientales y los protestantes, aceptan que únicamente estos 27 libros del NT, junto con los 39 del Antiguo, constituyen la Palabra de Dios inspirada.
La iglesia cristiana rechaza de manera colectiva los libros apócrifos de los siglos II y m d.C.
Hay muchas razones valederas que respaldan esta posición:
(1) No fueron escritos por los apóstoles con que se los titula, ya que estos murieron en el siglo 1.
(2) Contienen muchas herejías y errores doctrinales.
(3) Alegan contener milagros que Jesús hizo en la niñez; sin embargo, Juan declaró que el Señor no realizó ninguno hasta ser adulto (Juan 2:11).
(4) Incluyen narraciones de los Evangelios exageradamente adornadas, lo cual indica que fueron elaboradas con posterioridad.
(5) Todos los sectores del cristianismo oficial los rechazan.
En resumen, solo los 66 libros del canon tradicional declaran ser Palabra de Dios divinamente inspirada, infalible e inerrante, y comprueban serlo. Es decir, únicamente estos libros fueron inspirados por Dios, escritos por profetas de Dios, recopilados por el pueblo de Dios y preservados por la providencia divina para el crecimiento espiritual de Sus hijos (2 Timoteo 3:16-17).
- Extraído de la Biblia de Estudio de Apologética
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